Epistolario (Fraga)

Carta fechada en Nairobi, con membrete del New Stanley Hotel, el 12 de mayo de 1976

Excmo. Sr.
D. Manuel Fraga Iribarne
Madrid

Mi distinguido amigo:

Quiero ante todo darle las gracias por el libro que tuvo Vd. la amabilidad de enviarme y que en su mayor parte ya conocía y había leído con interés y esperanza.
De todos modos, ahora le escribo porque, con el retraso explicable por los parajes en que me hallo, ha caído en mis manos el primer número de El País en el que al parecer tiene Vd. arte y parte. No voy a opinar sobre su línea política, pues en este punto Vdes. los políticos y nosotros los intelectuales, o algunos por lo menos, vamos, o deberíamos ir, por caminos distintos, a saber, Vdes. por el de la realidad y nosotros por el de la verdad.
Por eso, sin salirme de este camino, quisiera hacerle una observación respecto a un comentario que he visto sobre mi paisano, colega y, hasta poco, amigo, don Rafael Alberti en el que tanto la verdad como la realidad quedan bastante mal paradas.
Para mí, el mayor defecto de la era de Franco ha sido - qué fácil es decirlo ahora - el no haber compuesto todo lo que en España quedó roto con la República y en la guerra civil. De ahí que cuando, en el umbral de un tiempo nuevo, haya empezado a oírse la palabra "ruptura", mi amargura no haya tenido límites. De todos modos, deseoso de conocer bien la trastienda de la palabreja, asistí hace un par de meses en Roma a una rueda de prensa de los señores "rompedores". En efecto se habló mucho de pacto, de convivencia, de reconciliación y de amnistía y al concluir el acto me acerqué a saludar al caballero arriba mencionado a quien no veía desde hacía meses el cual, por todo saludo, me dice:
- ¿Tú qué haces aquí? Tú aquí no tenías por qué haber venido.
- Hombre - le contesté - he venido porque hay que conocer lo que opina el adversario.
- Ah, bueno, si es así... Pero mi dispiace, mi dispiace.
Y me volvió la espalda olímpicamente.
Ahora, que un periódico como El País nos diga que España sigue rota porque este sujeto está donde le gusta estar, es algo fuerte. Yo no estoy en el secreto del sumario, pero me parece que este caballero ha dicho o dado a entender que él se fue derrotado y si vuelve ha de ser victorioso. Por mí ojalá volviera como un Madariaga cualquiera, pero como vuelva en el tren de la victoria de la lucha de clases, entonces sí que España va a estar rota de verdad. La anécdota que he transcrito indica la aplicación que hace de esas palabras altisonantes que son diálogo, convivencia, libertad, etc, etc. un gato que El País nos quiere dar por liebre.
Todo esto pudiera ser materia de un artículo para el propio País. Ya lo sé. Y Vd. sabe también que hay ciertas verdades que la actual realidad periodística no puede permitirse el lujo de difundir. Yo no sé si esto para la política es bueno o malo; para la cultura siempre ha sido, es y será funesto.
Ya no lo canso más. Le desea suerte, vista y pulso firme su affmo.

Comentarios

  1. Decir que "este sujeto está donde le gusta estar" refiriéndose a alguien que tuvo que salir de España exiliado a consecuencia de una guerra, es ver las cosas de un modo bien particular. Supongo que, siguiendo idéntico razonamiento, ni Juan Ramón Jiménez hizo, al salir de España y no volver vivo a ella, otra cosa que ejercer una libre y personalísima elección que nadie ni nada le impuso, que Machado murió en Collioure por su gusto, que Miguel Hernández intentó salir de España después de la guerra por su afición al turismo, que Cernuda..., y que, en fin, no existió cosa tal como el exilio español al fin de la guerra incivil, sino sólo la decisión libre de miles de individuos que, sólo por su mala voluntad, han intentado hacer de algún modo responsable al régimen vencedor de lo que no fue sino pura afición a ver mundo por su parte... ¡Mira que pensar que la estancia de Alberti en Roma, o la de cualquier otro exiliado en el sitio donde le tocó estar, tuviera algo que ver con las consecuencias de la guerra (pero, ¿es que hubo, en efecto, una guerra?)...! Desde luego, qué mala es la gente.

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  2. Hoy como ayer: el señor Fraga, al que el anfitrión de esta bitácora dirige su epístola, en estos momentos persiste en su actitud de valedor del yernísimo renegado Alberto Ruiz Gallardón y es glosado en el diario aúlico de ZP por discordar con las apreciaciones de Mayor Oreja sobre negociaciones en lontananza entre el rain man de León y ETA (uno desempolva las memorias de Verstrynge -donde recuerda cómo alguien tan poco sospechoso de blandura con el terrorismo como Luis Olarra tuvo que pararle los pies a Fraga cuando éste pretendía a mediados de los 80 un remix de la marcha verde y la marcha sobre Roma pero en dirección al País Vasco- y se maravilla de los cambios del viejo patrón, curiosamente siempre paralelos y convergentes con historias del PSOE, ayer el GAL y hoy lo contrario).

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